SUMMER TIME

10 mentiras sobre el verano

Sol, playa, relax, siestas interminables… El verano es la estación más esperada del año y, al mismo tiempo, una época repleta de mitos. ¿Preparados para desmontarlos uno por uno? ¡Allá vamos!

Mujer en terraza de verano con vistas al mar y conjunto de sofá de madera-485412

1. El famoso 'corte de digestión'

Los expertos aseguran que el agua no “corta la digestión”. Entonces, ¿qué hay de cierto en ello? ¿Por qué nuestras madres nos martirizaban impidiendo el ansiado baño después de comer? La respuesta la tiene el síndrome de hidrocución, que es capaz de provocar desmayos a raíz de una brusca bajada de tensión que se produce cuando la diferencia entre la temperatura corporal y la del agua es demasiado grande. Por tanto, el mal llamado “corte de digestión” podría darse también al bañarse después de haber realizado ejercicio físico intenso e, incluso, tras tomar el sol durante mucho tiempo. Por ello, en estos casos —y después de las comidas copiosas— lo mejor es entrar al agua poco a poco.

Niños sentados en el borde de una piscina

2. “Las personas morenas no se queman”

O su variante: las personas de raza negra no se queman. ¡Falso! Si bien esta creencia se asienta sobre un dato cierto —que las pieles más oscuras poseen más melanina y, por tanto, están más protegidas—, esto no significa que puedan resistir horas y horas bajo el sol sin padecer sus efectos dañinos.

3. “Si está nublado, no hay que ponerse crema”

Otro clásico, ¿verdad? No hace falta hablarlo con expertos, seguramente muchos habréis comprobado en carne propia que se trata de una afirmación falsa. Y es que las nubes no filtran los rayos ultravioleta. Lo que significa que, aunque la sensación térmica engañe, podemos quemarnos perfectamente.

4. Orina para las picaduras de medusa

Alguien dijo alguna vez que lo mejor para combatir el escozor de una picadura de medusa era echarle orina. Sin embargo, está más que comprobado que este remedio no traerá beneficio alguno. Lo que se recomienda es retirar los tentáculos (con protección, nunca con las propias manos) y aplicar agua salada. Tampoco debe rascarse la picadura con una toalla o aplicarle arena de la playa. Sí, la sabiduría popular a veces nos juega malas pasadas...

5. Sudar es sinónimo de adelgazar

El hecho de sudar, por sí mismo, no significa que vayamos a adelgazar. Cuando se suda simplemente como consecuencia de las altas temperaturas, lo que hacemos es perder un líquido que recuperaremos cuando tengamos sed y, como consecuencia, bebamos. Cosa diferente es el sudor como respuesta al ejercicio físico.

6. El alcohol, el mejor remedio para la resaca

Las fiestas veraniegas tienen un encanto especial, pero los síntomas de la resaca son igual de molestos que en cualquier otra estación. En este sentido, hay quienes defienden que empezar un día de resaca bebiendo, por ejemplo, una cerveza es un buen remedio para acabar con el malestar. Por mucho que os insistan, ¡no caigáis en la trampa! Solo empeorará las cosas…

Mujer tomando cerveza

7. Después de hacer deporte, bebidas energéticas

Recuperarse del ejercicio físico con bebidas energéticas o estimulantes no solo no es positivo, sino que puede provocar incluso taquicardias. En su lugar, el agua o las bebidas isotónicas resultarán ideales para calmar la sed e hidratar nuestro cuerpo.

8. Si te pica una abeja, succiona el agujón con la boca

Aunque lo hayas visto en películas, mejor no hacerse el héroe o la heroína, pues esta acción puede hacer que el veneno pase a tu boca. Para sacar el aguijón, lo mejor es presionar con los dedos alrededor de la picadura y, siempre que sea posible, retirarlo con unas pinzas.

9. “Solo puede darme un golpe de calor si estoy al sol"

¡Error! Es una creencia bastante extendida, pero, de nuevo, hemos de desmontar otro mito. Un golpe de calor puede producirse también a la sombra si las temperaturas son muy elevadas. Así que ¡ojo con las temperaturas extremas! Ya se sabe, es mejor prevenir que curar…

10. Cuanta menos ropa, más frescos

Esta máxima no siempre es acertada. Basta con seguir el ejemplo de los hombres del desierto, quienes cubren su cuerpo desde la cabeza hasta los pies para evitar la deshidratación, las quemaduras y los engorrosos efectos de las tormentas de arena. Quién mejor que ellos para enseñarnos a combatir el calor, ¿no?

Mujer andando en la playa

En cualquier caso, y más allá de mitos y medias verdades, declaramos nuestro amor incondicional al verano por estas cinco razones:

  • La ausencia de prisas. Por fin podemos leer todos los libros que teníamos amontonados en la estantería, ver series, pasear, preparar nuestras recetas favoritas... En definitiva, hacer todo aquello para lo que no encontramos el tiempo suficiente en nuestro día a día.
  • El placer de broncearse al sol. Y es que los rayos de sol, en pequeña cantidad y protegidos adecuadamente, tienen efectos beneficiosos para nuestra salud y ¡nuestro buen humor!
  • Bye bye despertadores. En verano podemos levantarnos cuando encarte y, sí, es cuando nos echamos las mejores siestas del año.
  • Los días son más largos. Además, es bien sabido que las horas de luz mejoran nuestro estado de ánimo.
  • Podemos pasar más tiempo con nuestros seres queridos. Ya sea en familia, en pareja o con los amigos, el verano es el momento de reencontrarse y disfrutar de las personas que queremos en un clima de relax.

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