Seguimos caminando muy gustosamente gracias al calor radiante del suelo porcelánico hasta el cuarto de la niña. "Lo decoramos con fotos en blanco y negro de ballet, porque le encanta", nos dice Clara, que diseñó los muebles también para que aprovecharan al máximo el espacio. Están todos conectados y lacados en el color piedra, el mismo color que habíamos visto en la cocina.
La cama incluye otra cama nido y la mesa esconde debajo un arcón con mucha capacidad para guardar. Como buena estudiante, la niña necesitaba un escritorio y la interiorista se lo diseñó con un tablero imantado para organizar sus notas. La pared está forrada de un precioso papel pintado rosa empolvado, que da ese toque de dulzura e invita a poner la ropa de cama a juego.