A esta joven pareja de propietarios le encantó la situación de este dúplex, en el centro de Barcelona, sus vistas a las copas de los árboles y su luz. Pero tenían un capricho: deseaban un sofá grande. A priori, un contrasentido en un piso de sólo 80 metros cuadrados, repartidos además en dos plantas. ¿Por qué un sofá grande? Para descansar o charlar con sus invitados. Y porque lo querían. Punto.
La interiorista Pia Capdevila supo hacer realidad este deseo, y además una pieza que acabaría convirtiéndose en el eje de la decoración (y sin chocarse con las paredes de la casa): “Se trata de un sofá en forma de U, con una chaise longue perfecta para recostarse frente a la chimenea y espacio para conversar cómodos. Mide 3,20 por 2,80 metros y en él caben hasta ocho personas”, comenta Pia. ¡Hasta ocho personas! Suena a medidas imposibles para un piso como éste, pero los propietarios prefirieron reducir el espacio destinado a otras zonas para poder disfrutar de su salón.
Es un sofá con una chaise longue para tumbarse y espacio para conversar. Mide 3,20 por 2,80 metros y en él caben hasta 8 personas
Otro de los trucos para ganar metros fue tener la cocina, el comedor y el salón en un mismo ambiente, asunto que, además, hace la vida más fácil: todo está a mano, cerca, pero a la vez todo dispone de su propio espacio. En un lateral del salón, en un rincón más recogido, el comedor. En el otro, la cocina abierta, que deja que la luz entre hasta el recibidor. La propia barra delimita el espacio de la cocina y es perfecta para desayunar o para comer rápido entre semana. Además, da un aire moderno y de comunicación continua al espacio.
“Para hacer que la claridad llegara hasta zona de la escalera instalamos una barandilla de cristal securizado. Las paredes pintadas de blanco roto, los muebles lacados y el cuadro sobre el sofá reflejan la luz y contrastan con el estilo clásico del parquet de jatoba original, al que di un acabado mate”, explica la interiorista.
Y como en una casa pequeña de lo que se trata es de aprovechar posibilidades, Pia utilizó el hueco bajo la escalera como escritorio: utilizó un mueble a medida de cerezo “en un tono similar al del suelo. El resto de muebles son claros, para contrastar”, y donde también nos llama la atención el juego de colores de las sillas, en blanco, gris y turquesa, con el que se han coordinado las tapicerías y telas de los cojines.
En la planta superior está la suite, con un dormitorio y un baño decorados en los mismos tonos de la planta inferior. La habitación está llena de buenos detalles. A pie de cama, una banqueta ligera sirve para apoyar los cojines antes de ir a dormir. Y de paso como asiento frente al armario, de pared a pared. Con una pequeña butaca, una cálida alfombra y dos colgadores en la pared perfectos para los bolsos, este rincón se ha convertido en un minivestidor, una solución que habrá que apuntarse.
Sobre la cama, “el papel pintado que simula tablas de madera decapada y los cojines en tono menta, combinados con la madera, dan un aire natural y mucho confort”. De nuevo, ganamos espacio y tenemos una sensación de casona, lo que, unido al verde que entra por la ventana, nos hace entender la decisión de la pareja.